Los consumidores ya no llenan el "changuito" ni realizan compras mensuales en los supermercados. Priorizan lo esencial y resignan alimentos caros, importados o considerados "lujo". Por la crisis, cayó la afluencia a restaurantes y se cocina más en casa para ahorrar, aprovechando promociones bancarias y hasta pagando en cuotas la comida.
En los supermercados de Mar del Plata, la escena de los “changuitos” llenos y las compras mensuales ya no son tan comunes como solían serlo. El ajuste y la crisis económica alteraron notablemente los hábitos de consumo de los marplatenses, quienes ahora optan ir más seguido al súper para adquirir únicamente lo necesario para el día, cocinan más en casa y salen menos a comer afuera para llegar a fin de mes.
En general, los locales gastronómicos de la ciudad vienen registrando una fuerte y progresiva caída del consumo que se aceleró en los últimos meses, principalmente después de la temporada de verano. En tiempos donde el bolsillo aprieta y el precio define, los consumidores recortan sus salidas. La gente opta por comer fuera de casa con menos frecuencia, prefiriendo cocinar en sus hogares como una forma de ahorrar dinero.
Este cambio se refleja en la disminución de la actividad en restaurantes y locales de comida, mientras que los supermercados y almacenes también sienten la caída en sus ventas, pero además perciben que los clientes se inclinan más por artículos esenciales, productos de primera necesidad; un reajuste “prioridades” en el que se aprovechan al máximo las promociones bancarias y descuentos.
Desaceleración en las ventas, cambios en los hábitos de compra, transferencia a marcas alternativas (segundas marcas) y recorte de productos caros, importados o considerados “lujo”, es parte lo que se advierte en las góndolas de los principales supermercados de la ciudad, un escenario que se consolidó sobre todo después del verano, durante los meses de abril y mayo.
En medio del contexto económico nacional, ni la gastronomía trabaja mejor ni los supermercados o almacenes venden más. “La gente lleva lo justo y necesario, lo del día; ya no llena el changuito ni hace la compra del mes como pasaba antes”, resumió Felipe Hernández, empresario a cargo de la cadena de supermercados “Menor Coste”, en diálogo con LA CAPITAL.
Las señales de esta alteración en el comportamiento de los consumidores marplatenses son evidentes para los propietarios y gerentes de supermercados locales. “Hay una desaceleración importante con respecto al mismo mes del año pasado”, admitió Hernández, reflejando el sentir generalizado entre los comerciantes del sector. La disminución en las ventas se hace sentir de manera notable.
Uno de los indicadores más claros de este cambio es la reducción en la cantidad de productos que los clientes llevan en sus carritos. Si bien es cierto que la gente frecuenta más los supermercados, la cantidad de artículos por compra ha disminuido considerablemente, como así también ha variado el tipo de productos que llevan.
El paradigma de la compra mensual o quincenal parece haber quedado atrás para la mayoría de los clientes. Ahora, el hábito se inclina hacia “compras más frecuentes y de menor volumen”. Los productos básicos son prioritarios, y en muchos casos se eligen segundas marcas debido a su precio más económico.
Para los supermercadistas, el presente es “complejo” y el futuro incierto. “Yo tengo confianza en que esto va a mejorar, porque debo tener confianza. Soy empresario e invierto en Mar del Plata. Quiero que la situación mejore. Esperemos pronto levantar cabeza y que se eleve el consumo. Esperamos y deseamos que se recompongan los sueldos, que la inflación siga bajando y que la gente pueda consumir más”, indicó Hernández, a cargo de la cadena “Menor Coste”, que cuenta con 3 sucursales en la ciudad y otra en Cariló.
En promedio, las compras en el supermercado se han vuelto más rápidas. Los clientes recorren principalmente las góndolas con los productos de primera necesidad, sin detenerse en aquellas que ofrecen artículos prescindibles.
Los productos más caros, o considerados como “lujo” han experimentado una caída dramática en su demanda, reflejando la necesidad de ajustar el presupuesto familiar en tiempos complejos.
En este sentido, productos como vinos de alta gama, alimentos importados y embutidos caros, entre otros ejemplos, han experimentado una disminución abrupta. Los consumidores optan por alternativas más económicas y accesibles, priorizando la funcionalidad sobre el lujo en sus decisiones de compra.
A modo de ejemplo, la venta de bebidas alcohólicas en general se redujo notablemente, sobre todo de aquellas que son importadas o que tienen un valor elevado, a pesar de la desaceleración de la inflación.
Además, en el caso de los fiambres, los quesos importados o más costosos se venden menos. Incluso, algunos supermercados y almacenes tienen que fraccionar los quesos en pedazos más pequeños, porque al ver el elevado precio que tienen muchos consumidores optan por no comprarlos.
A su vez, aquellos clientes que solían llevar por ejemplo jamón natural, hoy compran jamón común o paleta. En tanto, el jamón crudo, el queso brie y otros productos de ese estilo registran una merma ya consolidada en el nivel de ventas.
Lo mismo sucede en cuanto a las frutas y verduras, y los cortes de carne. “Si antes llevaban asado todas la semana, ahora compran menos seguido u optan por otro corte más económico”, graficó un supermercadista.
Las promociones bancarias y los beneficios de pago con tarjeta o billeteras digitales han ganado una relevancia sin precedentes en el panorama del consumo en los supermercados. Muchas personas solo compran los días que hay algún tipo de descuento.
“Los clientes capitalizan al máximo todas las promociones bancarias, incluso a pesar de que en muchos casos los reintegros ya no son tan significativos como podían ser antes”, indicó el responsable de “Menor Coste”. Así, muchos consumidores utilizan estas herramientas como una estrategia para estirar su presupuesto y maximizar su poder adquisitivo.
De igual manera, en los supermercados ha crecido significativamente el pago con tarjetas de crédito, en muchos casos ya no solo en un solo pago para abonar el mes siguiente, sino en cuotas. De esta manera, buena parte de los clientes termina pagando su compra de productos esenciales en hasta tres cuotas, en un intento por intentar llegar a fin de mes.
Los cambios en los hábitos de compra, la búsqueda activa de descuentos y promociones, y la priorización de productos esenciales sobre los no esenciales son indicadores claros de la forzada adaptación del consumidor a un contexto económico cada vez más complejo, donde el bolsillo obliga a recortar lo indispensable: la comida.
En los mayoristas de la ciudad se sigue en este contexto de crisis la misma lógica que en los supermercados: se redujo la compra y varió el tipo de productos más demandados.
Si bien los mayoristas están preparados para abastecer a los comercios, sobre todo desde la pandemia persiste entre muchas familias marplatenses el hábito de concurrir a estos lugares en busca de precios más bajos,
Fuentes de “Hergo” revelaron en ese sentido que “se advierte un comportamiento parecido al de los supermercados”, con caída en las ventas, predilección por productos esenciales y “fuerte apoyo en las promociones bancarias”. Sin excepción, los días que hay promociones es cuando más gente concurre.
“El ticket promedio también es menor a otras épocas, se nota un estancamiento”, indicaron desde el mencionado mayorista, dando cuenta de que también estos grandes centros de compra sufren el impacto de la crisis en otro eslabón de la cadena.